Cómo enfocar la pretemporada (Consideraciones estructurales)

La actualidad manda, y en la época de la temporada en la que nos encontramos lo que manda es la pretemporada. Un período del curso dónde ni tenemos prisa ni nadie nos apresura. Detrás de nosotros no están esos tres malditos o benditos puntos del fin de semana. A continuación os expondremos nuestra visión, encuadrada dentro del Método Direccional, sobre cómo sería nuestra pretemporada. Estamos hablando de un espacio disponible para construir un equipo y no necesariamente para ‘recargar pilas’. Es tiempo de educar a nuestros jugadores a cómo, cuando y hacia donde correr.
No podemos negar que esta es la época del año dónde tenemos más tiempo para entrenar. Un tiempo que parece que nunca se va a agotar, pero debemos mirar más allá y darnos cuenta de que el tiempo es muy fino y que el primer partido de la temporada lo tenemos a la vuelta de la esquina. Os puede llegar a sonar raro el que hablemos de poco tiempo. ¿A 30-40 sesiones de trabajo y 4-8 partidos lo llaman ‘poco tiempo`? Atendiendo a los parámetros que usamos para la construcción de un equipo, cuanto menos podríamos decir que el tiempo es bastante justo. Nos explicamos a continuación.
En el aspecto defensivo debemos educar a nuestros futbolistas para que sepan cómo, cuando y hacia dónde correr. Pero todo ello en las siguientes tres situaciones: Inicio de juego del rival, medio campo y la zona de los últimos metros propios. Tres situaciones que debemos trabajar. Por su parte, en el aspecto ofensivo también debemos educarlos en los esfuerzos sobre cantidad y calidad de los mismos, pero nuevamente en tres situaciones: Inicio de juego, zona de creación y zona de finalización. Es decir, ya estaríamos completando seis situaciones de trabajo.
No debemos olvidarnos de las transiciones. Aunque algunos autores señalen que dichas transiciones no podrían existir al tratarse de situaciones continuas en el juego (en eso estamos de acuerdo), solamente por el hecho de producirse un cambio de rol en el juego y por tanto un cambio de mentalidad en el jugador, debemos darle la importancia que se merecen y señalar su existencia. Hay que trabajar tanto las que se producen cuando tenemos el balón y lo perdemos (transición defensiva), como las que se producen cuando nos hacemos con la posesión del balón (transición ofensiva).
Cabe destacar que dependiendo del lugar del terreno de juego debemos educar a los futbolistas para que actúen de una u otra forma, pero sobre todo incidiendo en el aspecto de reconocer e identificar las situaciones y todo lo que le rodea (lectura del juego) para que en todo momento elija la solución adecuada. Trabajando este aspecto lograremos que el jugador mejore en su conocimiento del juego. No olvidemos que ya llevamos ocho situaciones distintas de trabajo.
Otra parcela importante en el fútbol actual es el balón parado, tanto ofensivo como defensivo. Un aspecto al cual le damos poca importancia, pero el cual suele centrar gran parte de nuestros reproches en los días posteriores al partido. El saque de banda también hay que trabajarlo y, repetimos, tanto ofensiva como defensivamente. Lo comentado en este párrafo ya nos deja, hasta el momento, 10 situaciones de trabajo.
Por último, deberemos tener un plan B por si nuestro plan general de actuación no puede desarrollarse con normalidad (terreno de juego, adversario, condiciones climáticas…). Nuestro plan B es el juego directo y, de nuevo, debemos trabajarlo tanto en situaciones ofensivas como en situaciones defensivas. Por lo tanto, disponemos de 12 posibles situaciones de trabajo. Todo ello sin mencionar en ningún momento el desarrollo de la cualidad física, un aspecto que será tratado en el siguiente artículo.