El Método Direccional

El Método Direccional es una herramienta metodológica de construcción en el ámbito del fútbol que nace desde la experiencia, análisis y elaboración de dos caminos vitales en el mundo del deporte rey: la formación del futbolista y la estructura de un equipo en cuanto a su modelo de juego dentro de un sistema determinado. Estos dos retos de construcción no es que pueden ir de la mano, sino que deben ir de la mano pues entrenar a un equipo no debe excluir en ningún momento el hacer crecer a cada elemento que conforma ese equipo que se quiere formar.
La experiencia de más de 30 años como técnico en el mundo del fútbol, prácticamente la mitad en el fútbol base formativo y posteriormente en el fútbol profesional, me llevaron a en este último tramo hacerme muchas preguntas, y de las cuales encontré las respuestas adecuadas.
LA FORMACIÓN DEL FUTBOLISTA
Las preguntas sobre el fútbol de formación estaban relacionadas en torno al por qué tantos jóvenes que parecían estar destinados a conseguir sus objetivos individuales de ser futbolistas profesionales se quedaban a las puertas de cosas mínimas pero decisivas.
Es en ese momento cuando las respuestas eran concluyentes. Unos se quedaban afuera por defectos en la base de la técnica, sobre todo por adquirir vicios a través de no ser corregidos en el momento fundamental de aprendizaje. Otros se veían frenados por su incapacidad para leer y tomar buenas decisiones en el juego. Esto último era el freno que dejaba varados a aquellos que al entrar en un mundo totalmente competitivo se quedaban bloqueados.
De estas tres respuestas nace la construcción de un plan que atraviese al jugador desde la niñez hasta la juventud en un elemento formado en los tres escollos anteriormente mencionados. Todo ello basándonos en las etapas y características que la persona atraviesa desde su niñez hasta la juventud y pasando por la adolescencia.
Creamos una estructura metodológica en la que en la niñez nos aprovechamos de la capacidad de mimetismo para grabar en todos los gestos y movimientos del niño la imagen más perfecta posible en cuanto al dominio de su propio cuerpo, de la técnica y de los movimientos ‘madre’ tácticos.
Por su parte, en la adolescencia nos centramos en enseñar el conocimiento del juego mediante una manera guiada de descubrir cómo sacar provecho en el terreno de juego a las capacidades naturales y a las adquiridas en la anterior etapa. Aquí se ponen las bases para que el jugador sepa leer situaciones y tome las decisiones adecuadas.
Por último, en la juventud y de manera escalonada vamos acercando al joven al conocimiento del mundo para que entienda que lo que era un juego se va convirtiendo en su profesión, y en la que todo rueda alrededor del objetivo de tener que ganar. En este último tramo nos centramos en preparar emocionalmente al joven para la alta competición.
En nuestro proceso metodológico tenemos marcados con negrita en cada etapa lo realmente importante para dejar las bases bien construidas en el joven. Esto no significa que en cada etapa no aparezcan parte de las otras bases, pues eso siempre va a ocurrir, pero es innegociable el darle prioridad a lo que hay que dejar asentado en cada etapa del niño, adolescente y joven.
En cada etapa, el entrenador debe estar atento de que los contenidos sean los adecuados para cumplir los objetivos que se verán al final del trayecto. La competición en la que estarán inmersos los niños ayudará a que las cosas no vitales de cada etapa no sean obviadas. Para resumir este proceso de unos 10 años de formación os dejo la siguiente frase: Entrenamos a un equipo sin dejar de formar en cada momento a cada niño, adolescente o joven.
De este plan nacen unos contenidos a realizar en forma de tareas que van construyendo, más allá de futbolistas, unos jugadores que dominen la posición en la que se juega. Como estrellas de los contenidos, enmarcamos las acciones más repetidas en el juego y aquellas que permitan al futbolista ganar una ventaja en un espacio mutante, pues el rival siempre buscara minimizarlo. Estas acciones están basadas en los trabajos que nosotros llamamos ‘perfilamientos’, en los cuales incluimos el pase, el control orientado, la utilización del cuerpo y el desmarque en tiempo y forma para ganarle tiempo y espacio a los rivales.
LA ESTRUCTURACIÓN DE UN EQUIPO EN CUANTO A SU MODELO DE JUEGO DENTRO DE UN SISTEMA DETERMINADO
Un entrenador de fútbol, bien sea en el fútbol formativo o en el fútbol profesional, tiene la muy complicada labor de tener que unir a 20 almas diferentes en torno a una sola manera de entender el fútbol dentro de un equipo. Unir 11 cerebros que estén coordinados en un sinfín de situaciones concatenadas que construyen el éxito o el no éxito en el juego colectivo.
Evidentemente, cuando el entrenador está en el fútbol formativo no tiene las mismas prisas o presiones derivadas de la competición, o por lo menos debiera de ser así. Es por esta apreciación lógica por la que hablare en torno al entrenador profesional, aunque el proceso metodológico es muy similar para el entrenador formativo.
Mi experiencia como entrenador profesional me dice dos cosas. En primer lugar, que el tiempo que tengo para conseguir que mi modelo de juego dentro de un sistema de juego determinado sea asimilado y llevado a la práctica con posibilidades de éxito me lo marca la propia competición y las exigencias del club donde estoy trabajando. Y, en segundo lugar, que además de llevarles una idea a los jugadores, hay que hacerles ver que con ella serán individualmente mejores a través del colectivo. Lo último mencionado es muy complicado conseguirlo si lo hacemos a través de un proceso convencional.
Nuestro método tiene como principal argumento el construir desde lo más sencillo a lo más complejo, desde la unidad al `todo`. Todo ello pasando por las parejas que se dan en el terreno de juego, por las familias que se construyen en el campo, por las líneas que se forman en el césped y por los grupos que se van conformando mediante las sumas de líneas.
Nuestro método es un proceso sumatorio de cerebros coordinados al máximo, los cuales buscan consolidar espacios en todas las fases del juego dentro de un modelo de juego que se da en un sistema determinado que busca sacar lo mejor de nuestros futbolistas.
En el proceso existen dos partes muy importantes: El trabajo por parejas y la creación de familias con las que se consolidan los espacios en los que habitan estas propias familias. Dichas familias son numéricamente crecientes. Podríamos decir que estas familias terminan en una gran familia de 11 futbolistas que se compensan como los grupos musculares de nuestro cuerpo, siendo protagonista, en un momento determinado, un músculo, un apoyo o lo que sostiene el trabajo de ambos para consolidar con éxito lo buscado.
Este proceso formativo dentro de la plantilla que se busca construir desde las familias es una constante contextualización del trabajo. Rodeados de quienes nos van a acompañar, se trabaja todo lo que va a ocurrir y todo lo que necesitamos dominar en los espacios donde se darán estas situaciones, y ante todo tipo de demandas provocadas por cualquier rival. Contextualizar a través de la creación de familias, y teniendo en cuenta que el trabajo debe ser integral, nos hará avanzar más rápido en el aprendizaje y dominio del modelo de juego dentro del sistema de juego elegido. Se trata de trabajar el fútbol como un todo, pero desde el desmembramiento que nos hará concisos.
Este método asegura que simplemente en el periodo de pretemporada el equipo ya esté con los mecanismos bien instaurados en ataque, defensa, y en transiciones de ataque-defensa y de defensa-ataque. Al mismo tiempo, el método nos permite construir el armazón físico para cada jugador en su total esencia posicional, pues siempre se entrena aquellas acciones físicas que el juego le va a demandar de manera natural. En lo técnico también ocurrirá lo mismo.
Nuestro método de trabajo es ordenado, como así debe ser un equipo que quiere ser exitoso. Es por ello que todos los contenidos que a lo largo de un simple micro ciclo se trabajan son estructurados en entrenamientos con tres cajones muy definidos que nos permiten, además de no dejar nada en el olvido, poder cuantificar bien lo hecho para que esto nos ayude en caso que debamos aumentar algún contenido por detectar algún fallo en la competición.
A lo largo de cada micro ciclo, en los tres cajones colocamos los trabajos de ataque, defensa y transiciones en forma de juegos de posición, mecanismos y situaciones de enfrentamiento con porterías reales. Los tres cajones de cada entrenamiento se caracterizan por tener una dirección escalonada para adquirir en esa misma sesión una mejoría de lo trabajado. Estos tres cajones están configurados de la siguiente manera:
-Un primer cajón donde se trabaja la técnica de la táctica que en el segundo cajón se elabora.
-Un segundo cajón en el que se dará protagonismo a los mecanismos, juegos de posición o enfrentamientos.
-Un tercero donde el fútbol real aparece para desarrollar lo trabajado en los dos cajones anteriores.
Esta estructura sería una sesión dentro de un micro ciclo que tiene como objetivo en cada semana el potenciar nuestro modelo de juego y afianzar nuestro sistema sin dejar de introducir aquellas variantes que sean convenientes para neutralizar y atacar al rival de turno.
Para terminar de llevar esta introducción a lo que es y persigue el Método Direccional, debo deciros que nuestra máxima es la de formar un equipo sin nunca dejar de entrenar a cada jugador en busca de su crecimiento individual. Este método nos lleva a acortar los tiempos para construir ese equipo que queremos, pero además el equipo no dejara de crecer en cada sesión y microciclo. Y todo esto se mostrará cada fin de semana en la competición pues, al hacer trabajar en todo momento a cada jugador de manera contextualizada, se percibirá un crecimiento en cada jugador que hará que el equipo no solo crezca desde lo colectivo, sino también a través de lo individual.