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La preparación a través del juego (Capítulo 1)



La importancia de organizar bien cada microciclo de trabajo, y todo ello para que no pensemos que este equipo no va o no puede


Una de las últimas afirmaciones de Pep Guardiola, y posiblemente de las más debatidas y jugosas, es la de que “la preparación física en el fútbol no existe”. Se podría decir que no existe como tal, aunque realmente una de las condiciones que repercute en el rendimiento individual de un futbolista es, sin lugar a dudas, su estado de forma física.


Que la forma física sea importante de cara al rendimiento no deja que eso sea algo que esté vació si no vamos más allá en lo sustancial. ¿Desde dónde proviene ese buen estado de forma del futbolista? Todos los pensamientos, argumentos y análisis son respetables, pero yo creo que muchos de los que amamos este deporte somos incapaces de analizar cualquier factor que pueda influir en el rendimiento individual sin integrar en las búsquedas de ese estado la constante del juego del fútbol.


A partir de esta introducción, en base a una afirmación del entrenador que más nos obliga a escuchar, meditar y seguir sus consejos, Pep Guardiola, me gustaría reafirmar lo importante que es el tener muy claro lo que quiero ver en el juego de mi equipo para, a partir de un sistema de juego, crear un modelo de juego del cual salga un modelo de entrenamiento que agrupe de forma ordenada todo lo que se vaya a producir en la competición.


En conclusión, uno es fiel a una forma de entender la preparación en el fútbol, tanto de un futbolista como de un equipo. De hecho, mientras que se prepara a un equipo, se prepara a cada miembro de ese equipo. Lo más importante es entender una serie de cuestiones que son vitales para que cada jugador, con su posición en el campo y sus capacidades, alcance el máximo rendimiento. Y todo ello mientras no se deja de trabajar la competitividad del equipo.



Lo primero que hay que hacer es diseñar tareas o entrenamientos que estén dirigidas para cada jugador, pero dentro de un trabajo colectivo que propicie la mejora del equipo. A partir de ahí se debe trabajar todo desde el propio juego del fútbol, pero no por qué quede más bonito, sino porque será más beneficioso. Cualquier tarea debe tener al juego como su argumento principal. Lo único es que el juego tiene diferentes fases y las podemos separar para trabajarlas más a conciencia, y de esa manera poder terminar juntándolas a todas como fin y objetivo del proceso. Esta técnica de separación la utilizan hasta los fisioterapeutas junto a la cada vez más utilizada técnica ‘del gancho’, con la cual separan el fascículo muscular que está lesionado para trabajarlo de una forma más directa.




¿Si decidimos montar una metodología con la cual cada futbolista sienta que el entrenamiento está hecho para él, pensando todos los jugadores lo mismo y a la vez, separando las diferentes fases del juego para trabajarlas de una manera más directa y siendo unos entrenadores que somos capaces de llevar las tareas al punto óptimo de ritmo, intensidad y ejecución, estaríamos trabajando lo físico? ¡Seguro que sí!


Cuando un equipo está muy organizado y trabajado en todas las fases del juego, repartiendo esfuerzos entre todos de forma coordinada y mostrando un dominio colectivo de cada parte del juego. Cuando los jugadores están acostumbrados desde el entrenamiento a darle el ritmo e intensidad que luego queremos desarrollar en la competición. Cuando las capacidades técnicas de cada individuo son altas y, por tanto, los errores no forzados son bajos. Cuando la mente de cada jugador deja sus pensamientos en el latir de su equipo (esto es algo entrenable). Cuando pasa todo esto, ¿para qué es necesario hacer físico?


Un equipo es entrenado a partir del juego que va a practicar en la competición, distribuyendo las fases del juego a lo largo de la semana, simplemente cumpliendo con hacerlas cada día un poco mejor y a la intensidad que queremos ver el domingo. ¿No es esto mucho mejor que entrenar con balón sin sentido ni intensidad y luego desear que el futbolista/equipo agarre lo físico a través de trabajar lo físico como bestias? Yo diría que no hace falta ni trabajar la fuerza como se entiende este trabajo lejos del juego. Se puede trabajar con la fuerza del juego en esos saltos, caídas, arrancadas, giros y salidas que surge en el juego, o que los entrenadores podemos forzar de forma contextualizada dentro de ‘una parte del juego’.


De hecho, uno siempre se hace la misma reflexión: Cuantas veces nos falta tiempo para que el entrenamiento finalice como uno quiere en el tiempo que en el papel se programó. Por eso uno llega a estas reflexiones. Aquellos trabajos que se pueden educar por temas de posturas, número de repeticiones, alternancias e intensidades en los jugadores, para que ellos mismos se ocupen de hacerlos afuera del entrenamiento grupal como trabajos de prevención y de fortalecimiento especifico, no es ninguna locura. Todo lo contrario, es un acto inteligente para sacar el máximo provecho de esos 90 o 100 minutos que disponemos para entrenar a un buen nivel de eficacia formativa indivual y colectiva. O, en caso de disponer de especialistas, hacerlo pero sin restar al trabajo integral dentro del juego.


Una vez expuestos todos estos pensamientos, me voy a la importancia que tiene la articulación de todo lo dicho con anterioridad para que uno mismo, influenciado por los de siempre, no se acabe diciendo que el equipo no va o que el equipo no puede. Pero esto lo veremos en el siguiente capítulo.

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