La referencia acumulativa en el fútbol (Capítulo 1)

Construcción desde el Método Direccional. Las familias como referencia acumulativa
En esta ocasión volvemos a profundizar en la construcción de un modelo de juego para plasmarlo a través de un sistema que, como ya sabéis, es el 1-4-3-3. En esta serie de artículos os hablaremos sobre la construcción piedra a piedra y acabaremos presentando un ejemplo práctico de construcción de juego que, por su desarrollo, puede ser interesante para todos vosotros.
Una vez que ya tengamos claro el modelo de juego que queremos implantar en nuestro equipo y el sistema de juego en el que lo vamos a encuadrar, toca ponerse a construir. En nuestro Método Direccional construimos desde lo más mínimo. Una vez que tenemos claro que el comportamiento individual se mejora cada día que se trabaja colectivamente, debido a que una de nuestras premisas es que nuestras tareas construyen lo colectivo dentro de la mejora del comportamiento integral del futbolista. Cada entrenamiento que construimos es para el equipo, pero a la vez para cada jugador de fútbol.
Pero vamos a lo sustancial de lo que queremos explicar. ¿Cómo construimos? ¿A partir de dónde construimos? ¿Hasta donde construimos? Vamos a poner el ejemplo de que en sólo una sesión de entrenamiento bien organizada podemos ir dando forma a lo que algunos entrenadores tardan meses en llegar a ver plasmado en el trabajo de construcción de su equipo en lo qué al modelo de juego se refiere.
Podemos construir desde el portero y la línea defensiva. Podemos construir desde el delantero y los dos extremos. De hecho, nosotros utilizamos muy a menudo estas referencias, pero con la siguiente apreciación: Si trabajamos la construcción defensiva comenzamos desde la línea de tres delanteros (tomando como referencia que nosotros encuadramos nuestro modelo de juego en el 1-4-3-3). Dentro de esta línea de tres atacantes comenzamos al mismo tiempo con el trabajo del ‘9’ pasando a continuación a añadir los dos extremos.
Lo anterior lo hacemos primero con el ‘9’ y luego con los extremos ‘7’ y ‘11’, pues primeramente enseñamos a defender por dentro para después hacerlo por fuera. Y lo hacemos de tal manera que cuando el ‘9’ defienda de manera directa por dentro, los extremos tienen que defender desde sus espacios pero sin abandonarlos en su totalidad. Y al revés, cuando defendemos por fuera con un extremo, el ‘9’ y el extremo opuesto deben saber defender desde sus espacios sin abandonarlos del todo.
En definitiva, enseñamos a defender en la zona fuerte del juego y a también realizar el trabajo defensivo desde las zonas más débiles. Esto lo hacemos con todas las familias, por eso a continuación no incidiremos más en este aspecto, pero tampoco sin olvidar que dicha acción la hacemos con cada elemento familiar del equipo.
Una vez trabaja la línea añadimos a los volantes (para nosotros son el jugador número ocho y diez). Igualmente, tras realizar un trabajo con esta familia de cinco integrantes, a la misma le sumamos a un medio centro (nuestro número 6). Por último, tras trabajar con los seis elementos más adelantados en el trabajo defensivo, incorporamos al mismo a los cuatro defensas más el portero.
En líneas generales, este es el proceder y nuestro ‘modus operandi’ que tenemos para construir el comportamiento defensivo del equipo en una única sesión de entrenamiento que, como en todo proceso, al principio lleva más tiempo pero que si lo repetimos más veces nos llevara menos tiempo. Y como todo trabajo repetido, en cada día que realicemos repeticiones podremos apreciar la evolución de la mejora constante. Por último, para la finalización de este trabajo añadimos los factores que intervienen en la propia competición provocados por la intención contraria que van a tener nuestros rivales. Es decir, incorporamos el enfrentamiento real.