La técnica en el niño de hoy y su importancia en el jugador de fútbol de mañana
Actualizado: 22 may 2021

Amigos vocacionales de la formación en el fútbol y a través del fútbol, me refiero a la importancia de la técnica
Hoy en día los niños ya comienzan a los seis años en este deporte, por lo que vamos a poner esta edad como referencia. Primero tenemos en cuenta la capacidad de imitación que por naturaleza poseen los niños en estas edades. Evidentemente, el cuerpo de estos niños sufre constantes modificaciones al estar en un momento progresivo e incesante de crecimiento físico. Por lo tanto, debemos ayudarles a conocer y dominar su propio cuerpo para que éste sea su soporte y no un problema para poder comenzar a dominar las herramientas externas.
Paralelamente, la importancia de ese mimetismo es la de aprovecharlo para llegar a lo más excelso en el dominio del balón. Si, por ejemplo, comienzan a los seis años y ponemos como punto final los 12 años, y además tenemos la prioridad de que en esos seis años dominen el cuerpo y la pelota, estamos hablando de unas seis horas semanales, 24 horas mensuales, 240 horas anuales y unas 1440 horas en seis años de entrenamiento dedicado a la técnica pura y al dominio de su propio cuerpo.
Esas 1440 horas empleadas en seis años y conducidas por sus entrenadores serán aumentadas por muchas más horas que el propio niño gestionará en todos aquellos momentos en los que su descanso, alimentación y estudios le dejen libres. Todos los que fuimos niños sabemos de lo que hablamos.
Salir de esta edad con los cimientos perfectamente construidos en el niño nos permitirá seguir construyendo el siguiente piso de un magnifico edificio. Llegará el momento, hasta los 15 años, de tener que enseñarle el conocimiento del juego y los aspectos tácticos más complejos.
¿Esta manera de trabajar en la construcción futbolística del niño significa que en esa edad no le enseñaremos a moverse entre los rivales siendo parte de un equipo? ¿Esto significará que no se busque la parte educativa que aporta la competición? Ni lo uno ni lo otro se obviará. El conocimiento del juego se incrustará en el niño a partir del juego, dejando claro en la mente del entrenador que su prioridad como formador en esa etapa es la de ayudar a que el niño domine su cuerpo y la pelota con la mayor eficacia posible.
Por otro lado, no debemos olvidar a la competición. No hay niño que no piense en ganar. Eso es cosa del propio niño, nosotros sólo tenemos que tomar esa competición como parte del proceso formativo que estamos realizando con ese y esos niños. La competición, sobre todo, nos sirve de medidor para saber cómo el niño va asimilando y dominando esa técnica que pretendemos incrustarle. Es decir, que la técnica no sea el freno posterior en otras etapas.
Un día me di cuenta, después de mucho pensar en este detalle, que cuando vemos a un jugador que elige bien en el juego y es brillante en la elección encontrando el pase o la acción perfecta, es debido a que se liberó del peso de dominar el balón. Cuando el jugador, para dominar el balón, ha conseguido alejar unos metros su punto de vista en la mirada del balón, pero sin dejar de ver esa pelota, está multiplicando su campo de visión periférica y las posibilidades de juego. Este aspecto no llega si el dominio del balón en todas sus variantes no es perfecto.
Cabe señalar que, cuando el jugador aleja la mirada del balón sin dejar de verlo, es como si la noche se hiciese de día para él. Por ende, vuelvo al inicio, y el inicio no puede tener otro objetivo para nosotros, los entrenadores en esas edades, que el de dejarles preparados en la técnica para que posteriormente puedan ampliar su fútbol.