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Lo que un partido de fútbol puede dejar como enseñanza

Actualizado: 25 may 2021





Ayer tuve la suerte de acudir al Estadio Reino de León para presenciar el partido entre las selecciones nacionales Sub-19 de España y Mali. Fue un privilegio pues, además de ver un bello espectáculo, me fui con una serie de pensamientos que rondan mi cabeza desde hace un tiempo y los cuales fueron reforzados por lo vivido ayer.


España estuvo representada por los talentos pertenecientes a los clubes profesionales con mejor fútbol base del país. Por su parte, Mali estuvo formada por muchos chicos de 16, 17 y 18 años, quienes en su mayoría juegan en la Primera División de su país. Y algo muy bueno a destacar es que para estos muchachos era la primera vez que competían, pues a lo único que tienen acceso en su país es a estar bajo el cobijo de una de esas academias que sobreviven a nivel de material deportivo gracias a las donaciones de gente o clubes europeos.


Ayer pudimos ver una tremenda superioridad de los jugadores de Mali sobre nuestros futbolistas españoles. Cuando un jugador de Mali tenía el balón, miraba hacia adelante y muchas veces buscaba superar a su adversario. A la postre lo conseguía. Cuando un jugador de España tenía el balón, miraba de frente y decidía jugar hacia atrás o, como mucho, en horizontal. Esto no es una crítica dirigida a nuestro juego ni a nuestros técnicos y jugadores. Esto es la lectura que, como enseñanza, nos dejó este partido disputado en el Reino de León.


En principio, el pensamiento de que el jugador joven que tiene lo que casi no se puede mejorar a través del entrenamiento, es ese talento que tanto buscamos y que suele reflejarse en diferentes aspectos. Hay talento físico, talento de armonía en el movimiento corporal, talento en la capacidad para inventar y posteriormente desarrollar con eficacia y talento en la manera de pensar o vivir.


Otra de las cosas que es difícil de cambiar a través del entrenamiento es la composición de los músculos en cuanto al tipo de fibras de explosión o de resistencia (blancas o rojas). Después de estar cuatro años trabajando en el mundo del fútbol sudamericano, en concreto en Venezuela, he podido ver que, por ejemplo, el futbolista venezolano es un deportista con fibra roja natural. Su origen afroamericano quedó escrito en sus músculos. Fibra roja a raudales.


También pude comprobar que los venezolanos son futbolistas con un descomunal ritmo natural en sus movimientos. Nacen bailando y esto es algo que, unido a esa fibra roja, lo convierte en algo potencialmente muy valorable para trabajar lo que sí es entrenable. Un jugador explosivo tiene ventaja en un fútbol donde los esfuerzos son discontinuos y desiguales, pero también muy explosivos. Evidentemente, la explosividad que demanda el juego provoca muchas lesiones, y es aquí cuando llega la primera conclusión extraída del partido de ayer: Cuando un jugador es muy explosivo suele romper por descoordinación neuromuscular. Lo que ocurre es que, al ser tan armónicos con sus movimientos corporales, estos jugadores afroamericanos llenos de fibra roja raramente se lesionan.


A partir de este análisis debo decir que, si por naturaleza tienen esa fibra roja necesaria para el fútbol y de paso son tan armónicos en sus movimientos corporales, imagínense si su formación técnica y táctica avanza mediante el mejoramiento de sus procesos metodológicos. Ayer vimos que el imponente físico permitía a cualquier jugador de Mali ganar duelos individuales, y también fue visible un muy evidente avance en los aspectos técnicos y tácticos.


Por último, a todo lo anteriormente expuesto se une algo tan vital como la madurez provocada por la dificultad que la mayoría de estos muchachos tienen desde que son niños. Esto les provoca un hambre por conseguir cosas que los convierte en deportistas muy competitivos.


Bueno, la lectura que muchos de los que ayer estuvimos en el Reino de León fue la de que debemos ponernos las pilas. África viene avisando y América del Sur está recuperando a marchas forzadas el terreno perdido. Ellos tienen lo no entrenable, y nosotros lo sí entrenable. Si ellos consiguen mejorar lo entrenable, sumado a su naturaleza, nosotros iremos a remolque. Moraleja: No vivamos del pasado y busquemos en el análisis como equilibrar algo que ellos tienen por naturaleza en el fútbol y lo cual nosotros lo encontramos a cuentagotas.


El fútbol es el deporte de Dios, pues lo creó para igualar a los que lejos de un campo de fútbol parecían diferentes. Para terminar, os comparto otra conclusión: Las normas que buscan terminar con las mafias que mueven niños sin ningún tipo de moralidad más que el dinero están muy bien como intención, pero yo creo que se deben revisar y seguir controlando a esas personas que buscan un talento sin cuestionarse que en el camino pueden dejar tirados lejos de sus hogares y familias a decenas de muchachos.


Pero, tampoco es menos verdad que dejar a talentos nacidos para poder ser grandes futbolistas sin la posibilidad de acudir a los lugares donde se les moldee como debe ser para facilitar su camino como adultos de provecho en una actividad tan bella y útil para encauzar vidas. Estoy seguro de que si muchos de esos talentos no encuentran el lugar adecuado para pulir sus capacidades y no se rodean de un clima que favorezca su motivación, a edades tempranas aparcarán sus sueños.


Y quisiera poner una posibilidad para seguir con esa lucha contra estas mafias, pero que además proteja a tanto talento que nace en cualquier rincón del mundo que nos regaló Dios. Imagínense que se crean academias controladas o aprobadas por la FIFA en aquellos países con posibilidades futbolísticas. Academias donde poder formar a esos talentos como si de unas universidades se tratase, y con el objetivo de luego darles una salida al fútbol profesional. Imagínense que la FIFA exija a cada club de esas ligas en las que los talentos aspiran a jugar como profesionales que tuviesen en sus plantillas a un número determinado de jugadores nacidos en los países más desfavorecidos. Un número de canteranos propios y el resto formado por los jugadores que quieran.

Otra idea que se me ocurre es la de montar academias FIFA en aquellos países donde el fútbol no está acompañado de inversión o atención. Y a su vez potenciar sus campos y estructuras para favorecer el crecimiento de sus competiciones y permitir el desarrollo de esos talentos. Todo esto dicho siempre desde mi alma de enamoramiento con este deporte tan bello y tan grande que bien utilizado podría cambiar al mundo entero.

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