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Menos juguetes rotos, por favor



El resultado de la ecuación realizada a través del fútbol puede ser el de personas de provecho en el mañana o el de juguetes rotos por las manos de los adultos. A continuación, os comparto un escrito que encontré entre mis cosas guardadas y del cual me apena desconocer a su autor:


“Refleja perfectamente el sentir de preocupación que genera en los que como yo piensan de la responsabilidad que manejamos todos aquellos que entre nuestras manos tenemos vidas en formación. Cada vez más, los niños se han convertido en juguetes en manos de unos adultos que no miden las consecuencias que para esos niños tienen, tanto para los que alcanzan el profesionalismo (cabría preguntarse en qué condiciones llegan) como para los que permanecen en el mundo amateur o abandonan (la mayoría de ellos).


Detrás de cada niño hay una persona que necesita desarrollarse, y que también necesita un acompañamiento en ese proceso. Ese camino transita por el sendero de la educación (o sea, el descubrimiento), el esfuerzo (o sea, la constancia), la dedicación (o sea, la pasión) y, por supuesto, la disciplina no entendida como una mera obediencia u obligación, sino como la capacidad del ser humano para detectar aquello que está en desorden en su juego o en su vida.


De otra manera, el jugador / niño sólo puede ver los “highlights” sin ver todo lo que hay detrás de eso. Una parte de la irresponsabilidad de algunos educadores está en el hecho de ver al jugador de una manera utilitarista o comercial. Es decir, sólo me vales si puedo obtener un beneficio personal. En realidad, tu persona y tu crecimiento me importa bien poco.


Para ser jugador profesional no sólo vale con jugar. Es necesario saber integrar muchas otras cosas. Aparte de lo mencionado del esfuerzo, la capacidad de superación y la auto excelencia, es necesario dar un espacio adecuado a las emociones, a los estados de ánimo, a las exigencias del entrenador, público y prensa, y, como no, cuidar de otros aspectos de carácter más externo como tus apariciones públicas, o de carácter más personal como la alimentación o el descanso. Saber valorar lo que has hecho de manera completa o incompleta, manejar las cosas negativas que aparecen a tu alrededor.


Y sí, efectivamente todo esto no se aprende cuando llegas al profesionalismo. Es todo un proceso de educación necesario que hay que dar a los niños y que forma parte de su formación diaria. Jugar no solo significa salir al campo y darle patadas a un balón, hay muchas cosas alrededor tan o más importantes, que si no las aprendes al final saldrán y ya será tarde para remediarlo. En la vida, como en los equipos, todo aquello que no construyes termina apareciendo antes o después”.

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