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Reflexiones de entrenador (Capítulo 2)



El ayer ya pasó, el hoy es lo que cuenta y el mañana ya llegará. Hay que pelear contra el conformismo, irradiar hambre de mejora y centrar la atención en lo que se está haciendo. El mañana solo me puede descentrar y, por lo tanto, es algo que no me preocupa. Las formas de pensamiento que nos llevan a actuar desde la humildad de quién no se emborracha con la victoria conseguida ayer, hace que no nos volvamos locos con el mañana porque sabemos que un buen trabajo realizado hoy nos facilitará lo que debamos hacer mañana.


El fútbol es un problema de espacio y tiempo. La esencia principal de una tarea es el espacio dónde se desarrolla, el tiempo en el que se desarrolla, el número de jugadores con la que se desarrolla y las propias reglas de la tarea. Todo esto en base a que la lógica nos lleve a conseguir un objetivo definido. El Método Direccional es más que una metodología en sí, sino que es una guía para construir un modelo de juego pasando por todos los componentes que intervienen en el juego real. El Método Direccional es el camino para darle forma a una manera de entender el juego. El Método Direccional es un proceso de construcción desde lo más sencillo en el juego (desde la unidad y pasando por las parejas, familias, líneas y grupos hasta llegar al fin de un todo) hasta el equipo.


A continuación, os comparto unas reflexiones de entrenador más específicas:


· El trabajo específico no es el trabajo de la resistencia con maratones ni el trabajo de la velocidad con mil series de muchos metros o el trabajo de la fuerza en un gimnasio. El trabajo específico escenifica todas estas capacidades dentro de las secuencias del juego, y las cuales compondrán de forma natural lo que el juego demandará a cada jugador. El trabajo específico es plasmar toda tarea dentro del terreno en el que se va a jugar el 11vs11 y dónde el objetivo es hacerse con el balón, robándoselo a los rivales para hacer un gol en unas porterías que son las que son y durante un tiempo determinado.


· Un espacio determinado dentro del terreno de juego, un número de jugadores, el balón, las porterías y el tiempo son las madres de un buen entrenamiento al cual solo queda darle una correcta orientación para cumplir con un objetivo determinado. Dichas herramientas son la esencia continua y diaria de todo buen entrenador, pero siempre y cuando las orientemos hacia nuestro modelo de juego.


· A partir de los 15 años, el separar lo técnico de lo táctico, mental y físico solo tiene cabida dentro del reforzamiento de las capacidades deficitarias. A esta edad, y para cumplir nuestros objetivos, el jugador ya debe trabajar todo como un todo. Por ello, el entrenamiento analítico es vital hasta los 15 años, sobre todo en los cuatro años iniciales de benjamines y alevines. De 15 a 18 años debemos preparar al jugador para que sea capaz de responder con eficacia y naturalidad en una situación límite por la zona en la que interviene o por el momento del partido, y teniendo en cuenta que esa acción es una acción más dentro de un partido y donde no hay otro objetivo final que el de ganar.

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