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Un poeta del fútbol llamado Manu García



España está volviendo a competir con las grandes selecciones de Europa, y lo estamos consiguiendo de la misma manera con la que reinamos el mundo del fútbol entre 2008 y 2012. Con un fútbol que nace desde el cerebro para hacerse realidad a través de las piernas. ¿Su objetivo? Además de ganar, disfrutar con el fútbol y hacernos disfrutar a los que los podemos ver en un terreno de juego o a través de la televisión. Ese es el lema y el legado que quiere dejar la Selección Española. Un lema que se ha hecho grande gracias a un tipo de jugadores, como Manu García, que son capaces de filtrar el juego a través de la exquisita recepción de unos pases que los acaban convirtiendo en oportunidades de oro para los compañeros más adelantados en el campo. España creció con los Xavi, Iniesta y Silva, y España se mantendrá en lo más alto con los Manu García, Pedri…


Manu García es un poeta del fútbol que transforma lo sencillo en majestuoso y que traduce lo más difícil en algo sencillo gracias a su excelso dominio de su pluma: el balón. La pelota no es un problema para él, sino que es el mejor instrumento posible para deleitarnos con su talento e influir positivamente en quienes le rodean. De hecho, Manu García necesita tener el balón cerca de él para convertir un momento de inspiración en una oportunidad para los demás. El poeta necesita tener siempre una pluma para pasar al papel una idea genuina recogida en el cerebro a partir de una situación / pensamiento detectado y la cual no puede quedar en el olvido. La idea debe ser compartida, pues si no estaríamos perdiendo una oportunidad de marcar un gol.


Los poetas son tan sabios que con sus excepcionales palabras nos llegan a orientar por el camino más adecuado. Con Manu García y sus pases convertidos en mensajes verdaderos al compañero pasa lo mismo. Los poetas del fútbol y de la vida encuentran la mejor respuesta a las preguntas que nos hacemos porque con el cerebro juegan cinco segundos antes que el resto. Y también porque son capaces de ver lo que pasa a su alrededor sin perder de visto lo suyo. A partir del dominio del balón, alejan la mirada del mismo para ver más allá, para poseer la capacidad de aglutinar más y mejores respuestas a las constantes pruebas o preguntas que van surgiendo en nuestro propio partido, ya sea en el fútbol o en la vida misma.


En el don especial de Manu García confluyen unos aspectos que en el Método Direccional trabajamos entrenamiento a entrenamiento hasta convertirlo en un hábito que al posible futuro futbolista le permita poder adaptarse a cualquier modelo y sistema de juego. Tales aspectos como el excelso dominio del balón unido al cuerpo, el cual facilita alejar la mirada del balón sin perderlo a través del fundamento de la visión periférica (girar el cuello). Debemos enseñar a nuestros jugadores a girar el cuello, a mirar lo que está pasando a su alrededor y a percibir toda su zona de juego e influencia. Esa visión periférica resumida en poder jugar cinco segundos antes que el rival le posibilitará ganar una preciada ventaja que deberá mantener mediante la recepción de un pase con un correcto perfilamiento y un control orientado hacia el lado más alejado de la presión rival. Genios como Manu García son capaces de con su mente dominar su espacio y el de los demás, de saber que van a hacer con un balón que apenas está saliendo de la bota del compañero, de ganar ventajas y superar rivales con un solo control orientado, de jugar hacia adelante gracias a unos buenos perfilamientos…


Pero a los genios siempre los normales les ponemos ‘peros’. El camino más duro siempre ha sido y será para los diferentes porque son los únicos que pueden recorrer dicho camino hasta el final. A Manu, cuando con 13 o 14 años estaba en Mareo antes de irse al Manchester City, muchos le ponían el ‘pero’ de que no tenía un gran físico. ¿Qué hizo Javier Vidales como director? Ponerlo a jugar con jugadores cuatro años mayores que él. Ubicarlo en situaciones donde tuviera que superarse. Trabajó como el que más, desarrolló su físico lo necesario para que sea harto de complicado quitarle el balón, y aún sigue recorriendo el camino más adecuado para los que nacieron con su don especial. A Manu le toca seguir. A ustedes, como entrenadores y formadores, les toca no matar el talento de sus jugadores. Denles una pluma y un papel, y siéntense a disfrutar, que serán genios como Manu García quienes nos harán mejores a todos y al fútbol en general.

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